Constela tu propio proceso creativo:
La creatividad es la expresión de nuestra propia individualidad.
Expresarse no es algo tan fácil: estamos vinculados por mandatos sociales y familiares, lealtades sistémicas y prejuicios morales.
La idea de lo que deberíamos ser (y luego expresar) está contaminada por creencias que limitan la autenticidad.
Ser verdaderamente creativo es un reto difícil: se trata realmente de un camino iniciático en dirección del descubrimiento de uno mismo.
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Crear una obra tiene las complicaciones de una gestación simbólica. Muchos artistas luchan un sinfín de batallas internas inconscientes.
Es muy normal culpabilizarse por elegir un camino creativo. Es un juicio interno que tiene que ver con nuestras creencias familiares.
O sentir terror o vergüenza al exponerse a un público. O, al revés, tener miedo de mostrarse egocéntricos y presumidos.
Es difundida la idea de que el Arte con el Dinero se ensucia, así que alguien creativo fácilmente se sabotea para mantenerse lejos de la posibilidad de ganarse la vida con el arte.
El perfeccionismo: la obligación imposible de ser amado por todos. Obligarse a crear lo que los otros esperan de nosotros: un camino de inevitable frustración y fracaso.
También hay el miedo de acabar la obra y, luego, de encontrarse sin objetivo. Perder el sentido. Enfrentarse al vacío.
Es una muerte metafórica.
Los cortes repentinos de inspiración pueden derivar de muchas proyecciones internas pero podemos deshacerlos constelándolos y trabajando nuestras creencias limitantes.
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Es sumamente provechoso para los artistas utilizar constelaciones para enfrentarse a momentos cruciales como exposiciones, publicaciones o estrenos públicos.
Vale la pena ver cómo nos colocamos frente al público, a la obra y a nosotros mismos.
Reordenar nuestras emociones para estar abiertos y ligeros, tranquilos de ser quiénes somos y expresarnos sin complicaciones y pesos internos.
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