Monday 20 January 2014

el precio de las palabras

- en un país cualquiera un dictador toma poder. una de sus leyes es de prohibir algunas palabras que tienen que ver con ideologías opuestas y con movimientos rebeldes.

- la dictadura cae e vuelve la democracia.

- por reacción a la brutalidad de la dictadura anterior y por la continuidad de los métodos de gobierno, la nueva constitución también prohíbe algunas palabras que tienen que ver con la ideología del dictador decaído, con el fin de alejar la amenaza de la vuelta de una nueva dictadura.

- la transición liberal de la democracia acepta que prohibir palabras es anticonstitucional. por eso en lugar de prohibirlas simplemente se establece que quien las utiliza públicamente para fomentar grupos pro-dictadura estará sancionado con una multa.

- con el paso del tiempo se extiende la multa a otros géneros de palabras igualmente considerados peligrosos por la ética común de la población del estado. estas palabras no son políticas, a lo mejor son religiosas, despectivas o racistas. la gente (acostumbrada ya a este sistema de persuasión) está de acuerdo que es mejor no pronunciarlas y que se multe quien las pronuncie.

- se establecen tarifas diferentes para palabras peligrosísimas, peligrosas, ofensivas, feas... todas se multarán pero no de la misma manera, sino en proporción a sus propias tarifas.

- siendo aceptado el sistema, sería hipócrita aplicarlo solo en público, cuando en realidad ya se considera que la aplicación de la sanción tiene que ver con el hecho en sí. por eso se extiende la aplicación de la ley no solo a lugares públicos y de carácter político, sino a todo tipo de conversación. sea por móvil, internet, prensa, grabaciones en lugares públicos... todo lo que demuestre el utilizo de palabra es una prueba para la aplicación de la multa relativa.

- se fomenta aún más la idea de que el estado tiene el derecho y el deber de controlar y definir los contenidos de las conversaciones de la población al fin de garantizar la paz social (de la misma manera que la policía controla y persigue las acciones de los que no actúan según las expectativas de la comunidad). siendo el régimen del estado una democracia el sistema menos coercitivo y más liberal es de aplicar multas.

- pasada la idea de que el estado tiene derecho de controlar los contenidos de las conversaciones de la gente en un momento de riqueza económica se aplica una ley que no solo multa a las palabras indeseadas, sino que incentiva a nivel económico el utilizo de otras palabras especialmente deseadas. la población obviamente acepta esta nueva ley con entusiasmo siendo que se puede ganar dinero solo utilizando ciertas palabras.

- ya pasó (y con entusiasmo) la idea que el estado tiene derecho de controlar las palabras de la gente para protegerlos de amenazas sociales y para fomentar el bien de la sociedad.

- finalmente se decide que cada palabra tenga que tener un precio que el estado tiene derecho de cobrar. los neologismos están especialmente multados, siempre que no vengan de la academia nacional. en todos los sitios se colocan grabadores y controladores que establecen la cantidad de dinero que tienes que pagar o recibir cada día. multas e incentivos de palabras corrientes son muy pequeños, pero al final del día puedes cobrar un poco o perder un poco de dinero. la lista de las palabras grabadas es disponible en la red. obviamente leerla toda necesitaría de demasiado tiempo y la cantidad de dinero de la que se habla sería ridícula, así que después de un tiempo nadie se pone a controlar. simplemente acepta que se le cobre o se le ingrese una pequeña cantidad por día.
si el hablante no está de acuerdo con el importe relativo a las palabras pronunciadas al día puede aplicar a un proceso de recurso que al principio es bastante fácil y linear, pero que poco a poco se convierte en algo largo e imposible.

- después de una crisis, asumiendo que es necesario un esfuerzo de toda la comunidad para el bien de todos, se acepta que ya no haya incentivos para palabras deseables, sino solo pagos por cualquier tipo de palabra pronunciada. un importe casi nulo para palabras deseables, medio para palabras corrientes y alto para palabras indeseadas.

- al cabo de unos años en los cuales ya las nuevas generaciones nacen en un sistema donde las palabras se pagan y ya no ponen en duda esta convención, justificada por la necesidad de que la sociedad siga en paz, el gobierno perfecciona cada vez más los sistemas de control vocal.
en los años siguientes solo se tratará de aumentar los precios de las palabras de poca cantidad cada vez.

- el pueblo ahora paga impuestos para hablar. al que no hable como se debería se le hundirá económicamente por asumir reacciones agresivas verbalmente o por hablar con jerga anti-sistema.
los dominantes disfrutarán de este flujo de dinero completamente insensato e injusto y al final nadie pondrá más en duda esta convención.


(os acuerda algo? algunos puntos iniciales ya existen en nuestra sociedad. esta historia paradójica es más posible de lo que parece)





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