“Sabías que
las rosas de los vientos son diferentes cada día?” dijo el viejo marinero al
joven que lo observaba perplejo sin entender bien la pregunta…
“las rosas
de los vientos… Sabes de lo que te hablo?”
El joven
dijo que sí con la cabeza pero estaba claro por su mirada que no entendía bien
de lo que iba todo aquel asunto…
El viejo lo
miró con sus ojos penetrantes y luego bajó la mirada y volvió a concentrarse en
su trabajo: sus manos expertas estaban anudando una cuerda gruesa y rígida.
Después de un
rato de nuevo el viejo quebró el silencio:
“la gente ve
la rosa de los vientos y cree que siempre te enseña lo mismo: Norte, Sur, Este…
Tramontana, Gregal, Mistral… pero no es así.
Un día el
Oeste es fuerte, el día siguiente es minúsculo, insignificante, casi no se ve
más.
Un día el Sur-Oeste
se convierte en el nuevo Norte, pero un momento después ya se transforma en su
opuesto. El opuesto del Norte!
Y cuál crees
tú que sea el opuesto del Norte?
El Sur,
dirás.
Pues… la
verdad es que… depende!
Depende del
día…
Un momento
es el Este, otro momento es el Sur-Este.
Hay veces incluso
que el opuesto del Norte es el Norte mismo!”
El joven
miraba con los ojos abiertos y sin palabras al viejo marinero que seguía serio
y concentrado en su cuerda…
no podía creerse
lo que estaba escuchando… ¿quizás aquel hombre estaba loco?
De repente le
joven dijo: “abuelo, pero qué me estás contando! El Norte es el Norte y el Sur
es el Sur, siempre fue así. Es así que los marineros se guían, desde siempre…
no entiendo cómo puedes decir que todo cambia a cada segundo…”
Y el viejo,
sin levantar la mirada de su labor manual, pero quizás con una pequeña sonrisa
dibujada entre las arrugas, le contestó, tranquilo:
“Claro que todo
cambia!
Todo cambia,
como las olas del mar.
Cómo no van
a cambiar los puntos cardinales?
El marinero
se lanza a la mar sin saber nada y luego verá como seguir su rumbo…
Se trata de
hecho de una apuesta, de un arriesgo, de un atrevimiento: empieza con un rumbo pero
luego se da cuenta que ya se ha transformado en otro, así que tiene que ajustar
su viaje y reinventarlo para seguir buscando lo que busca.
Y lo más
divertido: sabe él lo que busca? Sabe él cual es su verdadero norte?
Al final, te
darás cuenta, todas las direcciones no so rectas rectas son como serpientes
marinas que van deslizando sinuosamente. Tentáculos imprevisibles. Vivos.
Y hay
infinitas direcciones en continuo movimiento. Encontrar el Norte verdadero, el
Norte exacto, dentro de esta fluida infinidad, es imposible.”
Ahora el
joven estaba confundido de verdad… no entendía de qué estaba hablando este
señor. Seguramente estaba loco!
O peor aún,
se estaba mofando de él!
Ah, claro: seguro
que le estaba tomando el pelo! Lo estaba tratando de estúpido!
En seguida
el joven se irritó terriblemente.
Se levantó
de repente, miró el viejo con resentimiento y, ofendido, sin saludarlo se giró
para marcharse de allí, lo más lejos posible.
Ya estaba a
unos cuantos pasos de distancia cuando escuchó de nuevo la voz segura y
tranquila de aquel viejo y no pudo evitar de ponerle atención:
“Mi querido
joven, de qué sirve alejarse tanto?
No ves que
todos tus pasos que te alejan de mí, si los sigues hasta el final, acabarían
trayéndote aquí de nuevo? Esto se llama circunnavegación! Cuanto más rápido te
alejas, más rápido acabarás volviendo aquí a este pobre viejo.
Cada
dirección parece que se aleja de las otras, pero en realidad, lo que hace es
irse a la búsqueda de su opuesto para volver al centro.
Todos los Nortes
están atraídos por sus Sures”.
De repente la
irritación del joven se esfumó en un instante: ahora entendía que aquel viejo hablaba
de algo más interesante de una simple rosa de los vientos… algo que quería
decir algo más de lo que parecía al principio…
El viejo
levantó los ojos profundos cuanto el mar para ver si ahora de verdad el joven
escuchaba atentamente y con su voz lejana como el viento del Sur dijo una
última cosa:
“Cuando sale
del centro toda dirección se aleja de las otras simplemente para volver a abrazarse
de nuevo con ellas en el mismo centro, al final del viaje. Pero antes de poder
volver, ha de pasar por sus antípodas que es su centro opuesto, su centro
oculto, el más difícil de alcanzar!”
Y al cerrar
la boca, como si se tratara de un fantasma, el viejo despareció de repente y la
cuerda que sujetaba en sus manos cayó al suelo…
Ya no había
nadie allí!
El joven,
asustado, abrió los ojos de repente! Se había dormido un segundo, mientras
trabajaba sentado sobre las cuerdas junto con el viejo marinero!
Qué susto! Seguro
que había soñado todo… todo aquello fue tan sólo una loca imaginación.
Respiró
profundo, se tranquilizó y volvió a la realidad.
Pero aquel
sueño aún le parecía tan real…
Se miró alrededor
y todo estaba normal.
El viejo,
concentrado en su trabajo, en silencio seguía anudando su cuerda gruesa y
rígida con sus manos expertas.
Tan sólo una
pequeña sonrisa, quizás, estaba dibujada en su cara, entre sus arrugas
misteriosas…
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