Tuesday, 21 April 2020

historia XII


Hace muchos días que salimos hacia mares desconocidos. Ya pasamos por tormentas y por días sin un mínimo soplo de viento. En todo caso la tripulación siempre estaba en movimiento, trabajando aquí y allá, a veces gritando, a veces riéndose y a veces insultándose uno con otro.
Pero en todo ese tiempo nadie, pero nadie me dio la más mínima atención…
Todo el mundo me ignoró, como si fuera invisible… inútil.
Me quedé en mi rincón, en silencio. Observando todo aquel movimiento de hormigas enloquecidas y yo me quedé inmóvil. A la espera.
Pasaron más horas y más días.
Me preguntaba por qué me habían traído allí con ellos si al final no les servía de nada y nadie ni siquiera me miraba.
Pero no tenía nada mejor que hacer, así que esperé, esperé y esperé.
No sé el qué, pero sí que esperé.

Un día como tantos otros un hombre grita más alto, más fuerte, más agitado. Todo el mundo se agita como contagiado…
Una tensión nueva se respira entre la tripulación y, ahora sí, desde lejos, por primera vez, por breves segundos, alguien me mira de vez en cuanto, con una sonrisa extraña que no consigo interpretar.
Al cabo de unas pocas horas un grupo de marineros se me acerca… me miran fijos… sonríen como enloquecidos… sin decir nada me agarran y me levantan trabajando como un solo cuerpo…
Qué os pasa? Qué hacéis?
En un segundo me hacen balancear y gritando y riéndose me lanzan fuera de la balaustrada, directo a la mar…
Caigo de cabeza en el agua y comienzo a bajar y a bajar… Sólo ahora me doy cuenta que me habían atado una cuerda a mis pies. No puedo moverme. Sólo puedo bajar.

El silencio submarino me invade con su paz azul, infinita como todos los azules.
Veo todo cabeza abajo. El mundo parece el reflejo de este otro mundo más armonioso, más profundo y oculto. El barco allí arriba (…o abajo?...) parece una pequeña concha que flota en la superficie del mar.
Será que son ellos los que se han quedado debajo del mar? Y yo… no estaré volando hacia arriba?

Después de un minuto mi cabeza choca con la tierra. El fondo del mar.
Todo es tan pacífico… tan coloreado, tan mágico…
Los peces juegan entre los corales, un pulpo se esconde detrás de unas algas y cambia de color de repente, casi no se puede más reconocerlo… los rayos del sol, azules y vivos, juegan danzando al ritmo de las ondas superficiales.
Estoy aquí, inmóvil como una piedra antigua y la verdad es que todo esto comienza a gustarme. Prefiero estar en la profundidad, este es mi lugar! No estoy echando de menos ni un poquito la superficie… la superficialidad… todos aquellos movimientos y aquel ruido del cual no me sentía participe. Aquí sí que me quedo y veo la majestuosidad y la amplitud de este mundo debajo del mundo… de este mundo antes del mundo de arriba…
Un mundo antiguo, un mundo silencioso, un mundo que se mueve con elegancia y con lentitud, un mundo sabio, profundo, un mundo eterno.

Este el lugar por el cual nací!
Yo soy el ancla del barco!
Es normal que me sienta útil aquí: es aquí, en lo profundo, en lo invisible, en lo oscuro que cumplo con mi vocación!
Veo la cuerda que sube desde mis pies hasta la superficie al lado del barco. Sin mi peso, sin mi fuerza, sin mi firmeza en quedarme aquí, todos allí arriba estarían perdidos en el mar, arrastrados de un lado al otro por las ondas superficiales y las corrientes. Es gracias a mi labor inamovible y profunda que ellos encuentran la paz y su lugar.
El barco tiene que estar cerca de una isla o a un puerto, ahora bajarán a visitarla y a descubrirla, pero lo que no podrán nunca descubrir es este mundo submarino en él que estoy.
Ese fondo que un día ya fue un valle de una linda isla del pasado, inundado para siempre y ya olvidado por el mundo.
Ese fundo que un día será empujado hasta arriba otra vez y será la montaña de una nueva isla del futuro.
Aquí yo lo veo todo. En todas las direcciones, del tiempo y del espacio.

Cuando la exploración, allí arriba, haya acabado, volverán a levantarme y a ponerme dentro del barco. Volveré a viajar a otros mares.
Pero siempre llegará de nuevo el momento de zambullirme en las profundidades para redescubrirme otra vez en mis profundidades queridas.
Mi exploración profunda.
Es aquí el lugar del ancla y de toda su firmeza.

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