Hace muchos
días que salimos hacia mares desconocidos. Ya pasamos por tormentas y por días
sin un mínimo soplo de viento. En todo caso la tripulación siempre estaba en
movimiento, trabajando aquí y allá, a veces gritando, a veces riéndose y a
veces insultándose uno con otro.
Pero en todo
ese tiempo nadie, pero nadie me dio la más mínima atención…
Todo el
mundo me ignoró, como si fuera invisible… inútil.
Me quedé en
mi rincón, en silencio. Observando todo aquel movimiento de hormigas
enloquecidas y yo me quedé inmóvil. A la espera.
Pasaron más
horas y más días.
Me
preguntaba por qué me habían traído allí con ellos si al final no les servía de
nada y nadie ni siquiera me miraba.
Pero no
tenía nada mejor que hacer, así que esperé, esperé y esperé.
No sé el
qué, pero sí que esperé.
Un día como
tantos otros un hombre grita más alto, más fuerte, más agitado. Todo el mundo
se agita como contagiado…
Una tensión
nueva se respira entre la tripulación y, ahora sí, desde lejos, por primera
vez, por breves segundos, alguien me mira de vez en cuanto, con una sonrisa
extraña que no consigo interpretar.
Al cabo de
unas pocas horas un grupo de marineros se me acerca… me miran fijos… sonríen
como enloquecidos… sin decir nada me agarran y me levantan trabajando como un
solo cuerpo…
Qué os pasa?
Qué hacéis?
En un
segundo me hacen balancear y gritando y riéndose me lanzan fuera de la
balaustrada, directo a la mar…
Caigo de
cabeza en el agua y comienzo a bajar y a bajar… Sólo ahora me doy cuenta que me
habían atado una cuerda a mis pies. No puedo moverme. Sólo puedo bajar.
El silencio
submarino me invade con su paz azul, infinita como todos los azules.
Veo todo
cabeza abajo. El mundo parece el reflejo de este otro mundo más armonioso, más
profundo y oculto. El barco allí arriba (…o abajo?...) parece una pequeña
concha que flota en la superficie del mar.
Será que son
ellos los que se han quedado debajo del mar? Y yo… no estaré volando hacia
arriba?
Después de
un minuto mi cabeza choca con la tierra. El fondo del mar.
Todo es tan
pacífico… tan coloreado, tan mágico…
Los peces
juegan entre los corales, un pulpo se esconde detrás de unas algas y cambia de
color de repente, casi no se puede más reconocerlo… los rayos del sol, azules y
vivos, juegan danzando al ritmo de las ondas superficiales.
Estoy aquí,
inmóvil como una piedra antigua y la verdad es que todo esto comienza a
gustarme. Prefiero estar en la profundidad, este es mi lugar! No estoy echando
de menos ni un poquito la superficie… la superficialidad… todos aquellos movimientos
y aquel ruido del cual no me sentía participe. Aquí sí que me quedo y veo la
majestuosidad y la amplitud de este mundo debajo del mundo… de este mundo antes del mundo de arriba…
Un mundo
antiguo, un mundo silencioso, un mundo que se mueve con elegancia y con
lentitud, un mundo sabio, profundo, un mundo eterno.
Este el
lugar por el cual nací!
Yo soy el
ancla del barco!
Es normal
que me sienta útil aquí: es aquí, en lo profundo, en lo invisible, en lo oscuro
que cumplo con mi vocación!
Veo la cuerda
que sube desde mis pies hasta la superficie al lado del barco. Sin mi peso, sin
mi fuerza, sin mi firmeza en quedarme aquí, todos allí arriba estarían perdidos
en el mar, arrastrados de un lado al otro por las ondas superficiales y las
corrientes. Es gracias a mi labor inamovible y profunda que ellos encuentran la
paz y su lugar.
El barco
tiene que estar cerca de una isla o a un puerto, ahora bajarán a visitarla y a
descubrirla, pero lo que no podrán nunca descubrir es este mundo submarino en
él que estoy.
Ese fondo
que un día ya fue un valle de una linda isla del pasado, inundado para siempre
y ya olvidado por el mundo.
Ese fundo
que un día será empujado hasta arriba otra vez y será la montaña de una nueva
isla del futuro.
Aquí yo lo
veo todo. En todas las direcciones, del tiempo y del espacio.
Cuando la
exploración, allí arriba, haya acabado, volverán a levantarme y a ponerme
dentro del barco. Volveré a viajar a otros mares.
Pero siempre
llegará de nuevo el momento de zambullirme en las profundidades para
redescubrirme otra vez en mis profundidades queridas.
Mi
exploración profunda.
Es aquí el
lugar del ancla y de toda su firmeza.
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